
Los agentes de la Unidad de Drogas
y Crimen Organizado (UDYCO) que han investigado esta trama llegaron a la
conclusión de que se encontraban “ante una auténtica organización criminal,
cuyo número de integrantes es prácticamente imposible de determinar, y que se
encuentra perfectamente jerarquizada, con un estricto reparto de funciones
altamente cualificadas y cuyo objetivo final es el enriquecimiento a través de
las actividades delictivas que acometen”, según uno de los informes remitidos
al magistrado Fernando Andreu, instructor de la causa.
En lo alto de la
pirámide se encontraba el citado François Leiser, que tenía como gestor de la
cartera de clientes y encargado de llevar la contabilidad a una persona apodada
‘Annie’. Los gestores financieros eran Marc Pérez y otro individuo no
identificado, Juliane, que se encargaban de las operaciones bancarias, y como
representante en España estaba Malka Maman, que mantenía las citas con
los clientes y los ‘correos belgas’, que nunca conocían los detalles de los desplazamientos
de sus compañeros.
El movimiento del
dinero se hacía a demanda del cliente. En unas ocasiones encargaban a la red
que sacaran el dinero hacia algún paraíso fiscal, y en otras pedían que les
reintegraran importantes cantidades ocultas en aquellos. El dinero viajaba
oculto en los propios vehículos de los correos, algunos de los cuales eran
preparados en un taller mecánico de las afueras de Pamplona que los
investigadores no han conseguido descubrir. El efectivo se entregaba
directamente a los clientes o a Malka, que se encargaba de ello.
Las
conversaciones telefónicas intervenidas a Malka y alguno de los correos, de los
que sólo se conocen los nombres, reales o ficticios (Micky, Jackie, Popole,
Vicent y Joe, el que más viajes realizaba a nuestro país) permitieron a la Policía concluir que el
envío más frecuente era de cuatrocientos mil euros , por lo general en
billetes no inferiores a los 100 euros. En uno de los viajes de Joe a Madrid,
este se pone en contacto con Malka a través de un SMS en el que avanza la
cantidad que va a transportar: “200 yellow
(amarillo, billetes de doscientos euros) y 160 green (verde, billetes de cien euros)”.
Acto seguido,
Malka telefonea al correo (en este caso son las 11:03 horas del 27 de julio de
2012).
Malka: ¿Sólo eso, no hay nada de púrpura (billetes de
quinientos euros)?
Joe: No hay nada de púrpura.
Malka: ¿Estás de camino?
Joe: Estoy de camino.
A las 20 horas,
Malka vuelve a telefonear a Joe.
Malka: ¿Dónde estás?
Joe: A 600 kilómetros de Madrid, creo que llegaré
sobre la una y media o las dos de la madrugada.
François Leiser,
el jefe de la organización, obligaba a los correos a telefonearlo para
confirmar que habían realizado la entrega, independientemente de la hora en que
se produjera.
Los informes
policiales recogen que los ‘correos belgas’ eran “transportistas altamente
especializados en hacer llegar grandes cantidades de dinero a distintos puntos
de Europa”.
Fuente:
http://www.elconfidencial.com
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